This site uses cookies.
Some of these cookies are essential to the operation of the site,
while others help to improve your experience by providing insights into how the site is being used.
For more information, please see the ProZ.com privacy policy.
This person has a SecurePRO™ card. Because this person is not a ProZ.com Plus subscriber, to view his or her SecurePRO™ card you must be a ProZ.com Business member or Plus subscriber.
Affiliations
This person is not affiliated with any business or Blue Board record at ProZ.com.
Spanish to Hebrew: El pozo de los recuerdos General field: Art/Literary Detailed field: Poetry & Literature
Source text - Spanish 3
Ni siquiera llevaría maleta, hubiera sido muy evidente mi intención si salía de la casa con ella. Primero porque nosotros no teníamos maletas ¿para qué las hubiésemos necesitado? Allí jamás viajo nadie, al menos desde que yo tenía uso de razón. Comprar una y meterla a escondidas hubiese sido poco menos que imposible. En una casa con tantas mujeres no se movía una pluma sin que una u otra se diera cuenta.
De manera que vacié mi hucha, regalo de mi primera comunión y sin abrir desde entonces y decidí que mi nueva vida bien se merecía que todo fuese nuevo. Mejor así. Nada que me atara a un pasado que quería dejar atrás.
También tenía mi cartilla. Desde que a los dieciséis años deje de estudiar, mis tías se empeñaron en abrirla y meter en ella el supuesto salario que nunca me entregaban. Decían que así iba juntando para mi ajuar. Aunque estaba claro que yo no tenia la más mínima intención de dedicarlo a tal fin.
No es que no quisiera casarme, todo el mundo lo hacía, bueno todo el mundo no. En mi casa nadie se había casado. Mis tías eran solteras, seguían siendo señoritas, como a ellas les gustaba referirse a sí mismas. Pero vivían mi posible y incierta futura boda, como si estuviesen preparando la que ellas no tuvieron. Tanto me lo habían metido en la cabeza que suponía que antes o después, iría al altar vestida de blanco, del brazo de mi abuelo.
- Como mandan las buenas costumbres - decían ellas. Pero yo no tenía ninguna prisa por hacerlo.
Mi pretendiente oficial era Laurito, el hijo de unos vecinos cercanos. Él estaba
coalito por mí, pero francamente a mí nunca me hizo mucho tilín. Es cierto que en ocasiones le dejaba besarme, pero no porque a mí me gustase, sino porque me era cómodo. A mi familia le parecía bien y con él me dejaban ir al cine, incluso a la discoteca.
Mi abuelo cada vez que venía a recogerme, lo pasaba al cuartito, le ponía un vino y sentándolo frente a él, le hacía jurar por su honor que velaría por mi honra como si fuese su hermana.
En eso mi abuelo parecía tonto, o a lo mejor era tan viejo que había olvidado lo que ocupa la mente de cualquier chico en la edad de Raúl. Apenas doblamos la esquina, olvidaba de la promesa que acababa de hacer, e intentaba meter la mano por debajo del jersey, sobándome el culo con cualquier excusa... pero no paso más allá porque yo no quise, porque él estaba bien, pero bien dispuesto siempre.
En más de una ocasión se puso tan pesado, que yo tenia que salir corriendo y volver sola a mi casa. Si se llega a enterar mi abuelo hubiese sido capaz de salir a por él, con la escopeta cargada.
Aun así a Raúl le gustaba ir diciendo por ahí que éramos novios. Si hubiese llegado a sospechar mis planes estoy segura de que le hubiese faltado tiempo para decirlo al abuelo y apresurar así una boda, que yo no tenia la más mínima intención de celebrar nunca.
Ahora visto desde el paso del tiempo y con todo lo que sé, puede parecer que yo era una frívola, que jugaba con los sentimientos de los de los demás. Pero no era así. Yo era una chica de pueblo, sujeta a unas normas neandertales, que consideraban a la mujer eternamente menor de edad y dependiente siempre del amparo de algún hombre. Y en
base a ellas, mi única salida era entrar en el juego para poder escapar de él.
Y digo escapar por decir algo, porque en teoría si todo hubiese salido según lo que se había previsto para mí, hubiese escapado de un yugo para someterme a otro.
No. Yo tenía claro que no era eso lo que quería. Por eso no me quedaba más opción que la que estaba preparando a espaldas de todos.
De hecho la única que estaba en el asunto era Dulce. No era exactamente una amiga de esas que son amigas de siempre. La conocía desde chica, como nos concienciamos todos en el pueblo, pero para que sé entienda, digamos que ella y yo no éramos de la misma clase social.
Aunque eso parezca un anacronismo, en los pueblos, por lo menos en el mío, eso se tiene muy en cuenta. Según los margales (medida que equivale aproximadamente a 560 metros cuadrados) que posea tu familia, perteneces a un estatus u otro y mientras la mía poseía más de setenta margales, la suya siempre había vivido de los jornales que echaban.
Había sido en los últimos años, en mis escapadas con Raúl a la discoteca, cuando comencé a tener más relación con ella. Mis amigas de siempre, las que poseían tantos o más margales que nosotros, estudiaban casi todas en la ciudad y las pocas que aún quedaban en el pueblo, se habían echado novio de verdad. De manera que apenas salían más que para las fiestas, o para las bodas a las que eran invitadas. Paseaban con ellos por las tardes y tras tomarse un refresco en la terraza de Sebastián, en la placeta de la iglesia, las acompañaban a sus casas hasta que el sábado siguiente volvían a salir a buscarlas. Solo de imaginármelo me daban ganas de vomitar.
De manera que intime con Dulce, porque era la novia de uno de los peones que trabajaba con Raúl y con el que había hecho especial amistad.
A pesar de no haber salido nunca del pueblo, salvo para ir al médico, o de compras y poco más, como todos nosotros, Dulce era diferente.
Enseguida noté que su relación con Esteban era parecida a la mil con Raúl, aunque su padre (no tenia madre) no era tan severo como mi gente, era lo suficientemente lista como para saber que estaba mucho más segura fingiendo lo que no era.
Ella dejaba que Esteban llegase mucho más allá de lo que yo dejaba a Raúl. Decía que le gustaba y que no veía porque tenía que privarse.
Yo no es que fuese una estrecha, es que sencillamente Raúl no me gustaba nada.
Aun así, sé que a mi edad la mayoría de las chicas habían dejado de ser vírgenes. Por supuesto Maria Adela no, ni Cristina, ni Asunción, que seguían acudiendo cada domingo a misa con sus madres, como si todavía estuvieran en edad de hacer comunión.
Yo afortunadamente de esa obligación me liberé enseguida. Cuando empecé el instituto, con la excusa de que tenia mucho que estudiar, deje poco a poco de acompañar a mis tías, salvo en ocasiones señaladas, como bautizos, funerales, bodas etc.... Y después porque afortunadamente ya se había hecho una costumbre que yo no fuese con ellas.
Se puede decir que seguía siendo virgen sencillamente porque no se me había presentado la oportunidad de dejar de serlo, no porque hubiese mitificado tal condición poniendo el listón por las nubes, para elegir al agraciado que acabase que con mi himen, ni mucho menos. No había llegado el momento, ya esta.
Dulce quería irse sencillamente porque quería hacer lo que le diese la gana. Y sabía que en el pueblo eso era poco menos que un imposible. Además tenía inquietudes y ambiciones. Era lista y sabia que podía dar mucho más de si fuera de ese ambiente que la había marcado casi antes de nacer.
Supongo que para la gente de la ciudad es difícil entender esto. Lo sé porque incluso a mí que lo sufrí en carnes propias, ahora mismo me resulta tan inconcebible, que si no fuera porque aún guardo en mí el olor de aquella casa, llegaría a creer que lo había soñado.
Pero en los pueblos hasta las paredes tienen ojos. Nadie puede dar un paso sin que todos lo sepan y eso conlleva estar sometida a un juicio público y sumarísimo, las veinticuatro horas del día.
Ya sé que me van a decir que igualmente se puede prescindir de las habladurías y vivir como a cada cual le plazca, pero no. Les aseguro que no. Es como si una tela de araña inmensa te tuviese atrapada y que por mucha holgura que encontrases en algunos rincones, tarde o temprano tropezarías con ella.
De manera que cualquier comentario malicioso, siempre son maliciosos, por parte de algún vecino o vecina, que para esto si hay igualdad entre ambos sexos, se convertía en una sentencia. Y cuando esta llegaba a la placeta ya era una condena en firme.
Por eso a mí, que huí del pueblo, me cuesta entender a la gente que decide abandonar la ciudad y refugiarse en la supuesta paz que estos otorgan. Claro que ellos son inmunes a la tela de araña. Llevan ya sus propios valores y los de sus nuevos vecinos les resbalan...será eso.
A lo que iba, que quien primero hablo de la posibilidad de irse como una opción real, fue ella. Me lo dijo un día en que Esteban y Raúl se habían emborrachado y hacían el indio en medio de la pista. Las dos los contemplábamos en silencio desde la barra, hasta que en un momento determinado nuestras miradas, llenas de vergüenza ajena se cruzaron.
- El día menos pensado me largo y no vuelvo - dejo caer como quien habla del tiempo. Sin embargo sus ojos evidenciaban que lo que decía no era producto del cabreo que ese momento sentíamos ambas, sino algo madurado durante mucho tiempo.
4
A partir ese día, poco a poco, me fue haciendo partícipe de sus planes y casi enseguida me apunte a su aventura sin haber sido invitada, pero con la facilidad del que accede a algo que sabe que es para él.
Nuestro secreto estrecho nuestros lazos y nuestra relación fue haciéndose más sólida. Cuando iba al pueblo esperaba a que ella cerrase la panadería, para acompañarla a su casa. Fui dejando a mis amistades de siempre, no del todo claro, porque enseguida la información llego hasta mis tías, que no dudaron investigar hasta donde llegaba esta nueva.
Mi no relación con Raúl fue una vez más la excusa para algo que a ellas no les acababa de convencer.
Así fuimos preparando nuestra marcha. Ella era huérfana de madre, vivía con su padre y su hermano y además del trabajo en la panadería, cargaba con todo el de la casa, ya que siendo la única mujer y además soltera, era su obligación hacerlo. Por eso a ella le urgía marcharse cuando antes.
Solo tenía diecinueve años, pero llevaba trabajando en la calle desde los trece y en su casa desde que tenía uso de razón. Sin embargo su inquietud era tan grande que siempre saco tiempo de donde no lo tenía para seguir estudiando por las tardes.
Había pensado marcharse apenas cumpliera los dieciocho años, pero tuvo que esperar algo más, porque tenia claro que cuando diese el paso seria para siempre. Por eso tenia que medir cada movimiento. Quería hacerlo cuando lo tuviese todo atado y bien atado.
Y eso ocurrió cuando ambas conseguimos pasar la selección para cajeras del nuevo centro comercial. En aquel momento nos parecía él no va más y de hecho lo era. Era nuestro pasaporte a la libertad.
Yo, aparte del campo, no había trabajado en nada más. Ni siquiera había tenido mayor responsabilidad que la que mi familia cargaba sobre mí, que sinceramente no era mucha, pero no era tonta.
De alguna manera la gente de campo nacemos con un sexto sentido que nos hace ser previsores. Estar en manos de los caprichos de la naturaleza supongo que imprime carácter y en mi casa todos habían sido agricultores, hasta donde nos alcanzaba la memoria.
Nunca había trabajado por cuenta ajena y sabia que ahí estaría mi reto. Aun así era demasiado feliz y demasiado joven para preocuparme por eso. Iniciaba la gran aventura de mi vida y no me la iba a arruinar nadie.
Dulce se marchó una semana antes. A través del móvil estaba al tanto de todos sus movimientos.
La casa en la que íbamos a vivir estaba bien situada, con aunque para ir al trabajo deberíamos coger un autobús. Las chicas con las que la compartíamos, las había conocido a través de Internet, eran muy agradables y más o menos de nuestra misma edad. Al menos eso me contaba siempre que hablábamos, que en aquellos días era bastante a menudo.
Había dejado la panadería, abandonando a su padre y a su hermano, versión oficial del pueblo, para tirarse de la ciudad, sabe dios a qué.
Aun así me sorprendió lo poco criticada que fue su marcha, apenas fue comentario general más allá que tres días. Eso a lo mejor quería decir que algo empezaba a cambiar en las inamovibles mentes del lugar.
Aunque en el fondo pensaba eso para consolarme. No quería ni pensar en la que se armaría cuando la que se marchase fuera yo. La historia de mi madre volvería a salpicar a toda la familia y los comentarios malintencionados no tardarían en machacar a mis sufridas tías.
De mi abuelo prefería ni acordarme en esos momentos. Ya estaba muy mayor y apenas salía de la casa. Quizás a el conseguirán ocultar le parte de ellos. Porque yo sabía que a pesar de que mi ausencia le afectaría algo, no mucho, en los últimos tiempos apenas nos veíamos y casi nunca se dirigía a mí a no ser que fuese para pedirme cualquier cosa, lo que más daño le haría sin lugar a dudas, serian los comentarios que mi marcha traería consigo. Si es que llegaba a hilarlos. Su mente parecía haber emprendido un viaje sin retorno a una extraña tierra de nadie. En ocasiones me confundía con mi madre y a su vez la mezclaba con mi abuela, supongo. Me decía cosas que yo no lograba a entender, a veces incluso me pedía perdón, no sé muy bien porque, y lloraba.
En esos momentos se me encogía el alma y me sentía muy culpable por lo que tenía pensado hacer, pero me duraba apenas lo que duraba su llanto que solía ser unos pocos minutos.
Mis últimos días en aquella casa los pase observándolo todo, como si lo viera por primera vez. Me invadió una extraña nostalgia que en algunos momentos me hizo dudar de la decisión que iba a adoptar. Pero mis dudas eran tan ligeras que ni siguiera llegaban aferrarse a mi corazón el tiempo suficiente para cobrar alguna fuerza.
La emoción por mi marcha hacia lo desconocido ocupaba todo el espacio. Estaba presurosa por arrojarme en brazos de la nueva vida que sabía que me esperaba.
Mis tías no parecieron notar nada. Rosario como siempre, estaba demasiado ocupada con las faenas del campo y apenas prestaba atención a las tareas domesticas, dentro de las que me situaba a mí.
Elvira siempre tenía demasiado trabajo organizando la intendencia de ese caserón, cuyos cuidados realizaba con tanto mimo, como si realmente se tratase de una criatura.
Y Lita cuidaba sus plantas y lloriqueaba a la menor oportunidad, dando rienda suelta a la que sin duda era su afición favorita. Observándola, llegue a pensar que utilizaba sus lágrimas como cortinas que la aislaban del resto del mundo y la protegían de él.
El abuelo ya ni salía de su habitación. De la cama se instalaba en la mesa que había al lado de su ventana, desde la que se podía contemplar el patio de atrás y las hermosas plantas que tan bien cuidaba su hija menor y fijaba su vista en algún lejano y perdido punto, del que solo se alejaba para suspirar y pedir perdón.
Últimamente había notado que mi presencia le alteraba. Creo que le recordaba a mi madre, parece ser que al crecer me iba pareciendo más a ella y ese recuerdo le resultaba muy doloroso. Al menos esa impresión me daba al ver como cambiaba su expresión al verme. Por eso procuraba no entrar en su habitación y por eso lo veía tan poco.
Evidentemente no me despedí de ninguno de ellos. Después de desayunar, ayude a recoger la mesa y deje sobre mi cama el papel, que nunca llego a ser una carta.
Translation - Hebrew
באר הזכרונות
קונצ’ה קאסס
(פרק 3-4)
3
אפילו לא אשא עמי מזוודה, כוונתי תהיה ברורה מאד אם אצא איתה מהבית.
ראשית משום שלא היו לנו מזוודות. למה שנזדקק להן? איש מעולם לא נסע שם, לפחות מאז שאני זוכרת את עצמי. לקנות מזוודה ולהגניב אותה פנימה היה לא פחות מבלתי אפשרי. בבית עם כל כך הרבה נשים, אפילו נוצה לא זזה ממקומה מבלי שמישהו יבחין בכך.
כך שרוקנתי את קופת החיסכון שלי, מתנה שקיבלתי לרגל טקס הקומוניון הראשון שלי בכנסיה, ושלא נפתחה מאז. החלטתי שחיי החדשים ראויים בהחלט שהכל בם יהיה חדש.
עדיף כך.
שום דבר שיקשור אותי לעבר שרציתי להשאיר מאחור. היה ברשותי גם פנקס ההפקדות שלי.
מאז שהפסקתי את לימודי בגיל שש עשרה, החליטו דודותי לפתוח אותו ולהפקיד בו את המשכורת כביכול שלפי חישוביהן הגיעה לי ושהן מעולם לא נתנו לי. הן אמרו שכך אחסוך לנדוניה שלי, על אף שהיה ברור שאין לי כל כוונה להקדיש את חסכונותי למטרה זו.
לא שלא רציתי להתחתן, כולם מתחתנים, טוב לא בדיוק כולם. אצלינו בבית לא התחתנו. הדודות שלי היו רווקות, הן המשיכו להיות עלמות כבודות כפי שהן אהבו לכנות את עצמן אבל הן חיו את החתונה העתידית האפשרית והלא ברורה שלי, כאילו הן מתכננות את זו שמעולם לא היתה להן.
כל כך הן הכניסו לי את זה לראש שהנחתי כי במוקדם או במאוחר אפסע לעבר המזבח לבושה לבן, שעונה על זרועו של סבי.
כפי שהמנהגים הטובים מכתיבים – נהגו לומר. אך אני לא מיהרתי כלל לעשות זאת.
המחזר הרשמי שלי היה ראוליטו, בן של שכנים שגרו בסמוך. הוא היה מזדנב אחרי לכל מקום אבל אם לומר את האמת לא חשקתי בו במיוחד. נכון שלפעמים הרשיתי לו לנשק אותי,אבל לא כי אהבתי את זה, אלא כי היה לי נוח. למשפחה שלי הוא נראה הולם, והם הניחו לי לצאת לקולנוע, אפילו לדיסקוטק.
סבא שלי, בכל פעם שהוא בא לאסוף אותי, היה מוליך אותו לחדר צדדי קטן, מוזג לו כוס יין מתיישב מולו, וגורם לו להישבע בכל היקר לו שהוא ישמור על כבודי כאילו הייתי אחותו.
בכך סבי נראה מיושן, או אולי היה כל כך זקן ששכח מה מעסיק את דעתו של כל נער בגילו של ראול.
ברגע שנעלמנו מעבר לפינת הרחוב, הוא שכח את ההבטחה שאך זה נתן, וניסה להשחיל את ידו מתחת לסוודר, מועך את ישבני בכל הזדמנות. הוא לא הגיע רחוק יותר כי אני לא רציתי. הוא מבחינתו היה תמיד מוכן ומזומן. יותר מפעם אחת הוא נהיה כה עיקש ומעיק שנאלצתי לפרוץ בריצה וללכת לבד הביתה. אם סבא שלי היה מגלה הוא היה בהחלט עשוי לצאת אחריו עם רובה הציד טעון.
למרות זאת ראול נהג להסתובב ולספר לכולם שאנחנו זוג. לו היה חושד בתכניותי אני בטוחה שהיה מספר לסבא מיד ובכך מזרז חתונה, שלא היה לי שמץ של כוונה לחגוג מעולם.
היום, במבט לאחור ועם כל מה שאני כבר יודעת, אולי נראה כאילו הייתי קלת דעת, משחקת ברגשותיהם של אחרים, אך לא אילו היו פני הדברים.
הייתי בת כפר, כפופה לחוקים נ א נ ד ר ת ל י ם שראו בנשים קטינות לנצח התלויות תמיד בהגנתו של גבר כלשהו. בהתבסס על חוקים אילו הדרך היחידה הפתוחה בפני היתה להיכנס למשחק כדי שאוכל להימלט ממנו. וכשאני אומרת להימלט אני מתכוונת לכך כי בתאוריה אם הכל היה מתנהל לפי מה שתוכנן לי, הייתי בורחת מעול אחד כדי ליפול תחת לאחר.
לא.
היה לי ברור שבזה לא חפצתי.
לכן לא נותרה בידי ברירה אחרת מזו שתכננתי מאחורי גבם של כולם.
למעשה, היחידה שהיתה בענין היתה דולצה.
היא לא היתה בדיוק חברת ילדות מאז ומעולם. הכרתי אותה מאז שהיתה ילדה, כפי שכולנו התוודענו בעיירה, אך כדי להעמיד דברים על דיוקם, בואו נאמר שלא השתייכנו לאותו מעמד חברתי.
על אף שזה נראה כמו אנכרוניזם, בכפרים, לפחות בזה שלי, זה נלקח בחשבון, ובמידה רבה.
על פי מספר ה מ א ר ח ל י ם (מידה שוות ערך לכ-560 מ"ר) בבעלות משפחתך, אתה שייך למעמד זו או אחר, ובעוד שבבעלות משפחתי היו שבעים או יותר, היא ובני משפחתה חיו תמיד משכר עמלם מיום למשנהו. זה היה בשנים האחרונות, במפגשים שלי עם ראול בדיסקוטק, כשנוצר הקשר ביננו.
חברותי משכבר הימים, אלו שבבעלות משפחותיהן היתה אותה כמות שטחי אדמה כשלנו אות יותר, למדו כמעט כולן בעיר ולמעטות שעוד נותרו בכפר היו חברים רציניים משלהן. כך שהן מיעטו לצאת מעבר לחגיגות הכפר השנתיות, או חתונות שאליהן הוזמנו.
הן התהלכו איתם בשעות אחר הצהריים ולאחר משקה על המרפסת של סבסטיאן, בכיכר הכנסיה, ליוו אותן בני זוגן לביתן עד לשבת הבאה בה שבו להיתדפק על דלתותיהן.
רק לדמיין את זה גרם לי לרצות להקיא.
כך שהתחברתי לדולצ’ה כי היתה חברתו של אחד הפועלים שעבדו בחברת ראול ושאיתו התידד במיוחד.
למרות שמעולם לא יצאה מן העיר למעט ביקור אצל הרופא, או קניות ומעט מעבר לזה כמו כולנו, דולצ’ה היתה שונה.
לא לקח לי זמן רב להבחין שיחסיה עם אסטבן היו דומים לאלו שלי עם ראול, על אף שאביה (לא היתה לה אמא) לא היה מחמיר כמו בני משפחתי היא היתה חכמה דייה לדעת שמצבה בטוח בהרבה כשהיא מעמידה פנים להיות מה שאינה.
היא נתנה לאסטבן להגיע רחוק בהרבה מעבר למה שאני הנחתי לראול. היא אמרה שהיא נהנית מזה ולא ראתה כל סיבה למנוע זאת מעצמה. אני, זה לא שהיתי חסודה וצרת אופקים, פשוט ראול לא נראה לי בכלל.
ובכל זאת, אני יודעת שבגילי רב הבנות חדלו להיות בתולות.
ברור שמריה אדלה לא היתה וגם לא כריסטינה או אסונסיון שהמשיכו ללכת למיסה עם אמותיהן בכל יום ראשון כאילו היו עדיין בגיל הקומוניון.
אני, למרבה המזל השתחררתי מחובה זו בתחילת לימודי בתיכון, בתירוץ שיש לי הרבה חומר ללמוד, חדלתי בהדרגה לללוות את דודותי למעט מקרים מסוימים, כמו טבילות, הלוויות, חתונות וכו’ולאחר מכן למזלי התקבע הנוהג שאינני מתלווה אליהן.
אפשר לומר שעדיין היתי בתולה רק משום שלא הוצגה בפניי ההזדמנות להפסיק להיות כזו, לא משום שמיקמתי את הרף כה גבוה בכדי שאוכל לבחור את בר המזל שיעלה בזכותו לבתק את בתולי, שום דבר מסוג זה.
לא הגיע הרגע, זה הכל.
דולצ’ה רצתה לעזוב פשוט כי היא רצתה לעשות כל מה שיעלה על רוחה, וידעה שבכפר זה יהיה עוד פחות מבלתי אפשרי. היא היתה גם חסרת מנוח ובעלת שאיפות. היא היתה פקחית וידעה שיכלה להגיע רחוק בהרבה מעבר למה שיתאפשר לה בגדרות הסביבה שסימנה אותה עוד בטרם נולדה.
אני מניחה שלתושבי העיר קשה יהיה להבין במה מדובר. אני יודעת, כי אפילו לי שסבלתי זאת על עצמי ובשרי זה נראה כיום כל כך בלתי נתפס, שאלמלא העובדה שאני עדיין שומרת בי את ריחו של הבית ההוא, הייתי מאמינה שחלמתי הכל.
אבל בכפרים אפילו לקירות יש עיניים.
איש אינו יכול לעשות צעד אחד מבלי שהדבר יגיע לידיעת הכלל, מה שאומר שהנך נתון למשפט פומבי ונחרץ, עשרים וארבע שעות ביממה.
אני יודעת, תאמרו לי שניתן להתעלם מרכילות ולעשות ככל שנחפוץ, אך לא כך הוא.
דומה הדבר לרשת קורי עכביש עצומת ממדים שכובלת אותך, ולא משנה כמה רפה היא במקום זה או אחר, במוקדם או במאוחר היא תסגור עליך.
כך שכל הערה זדונית, והן תמיד זדוניות, מפיהם של שכן או שכנה, שלשם כך קיים שויון מלא בין המינים, היא גינוי תקיף, ובזמן הגיעה לכיכר הכפר כבר הפכה לפסק דין.
משום כך אני, שנמלטתי על נפשי מחיי הכפר, מתקשה להבין את אלה שבוחרים לעזוב את העיר הגדולה ולמצוא מפלט בשלווה כביכול שהם מעניקים.
ברור, הם חסינים מפני קורי העכביש. הם נושאים בחובם את ערכיהם ודרכיהם שלהם ואילו של שכניהם מחליקים מעל גבם כמו מים מאבן.
בכך כנראה מדובר.
בחזרה לעניננו, מה שרציתי לומר, היתה זו היא שדיברה לראשונה על עזיבה כאפשרות אמיתית.
זה היה יום אחד, כשאסטבן וראול השתכרו ועשו שטויות ברחוב. שנינו הבטנו מהם בדממה מהורהרת
עד שברגע מסוים הצתלבו מבטינו, מלאים בבושה שצריכים היו לחוש הם.
בכל יום אני עפה מכאן ולא חוזרת לעולם, היא הפטירה, כאילו מדברת לעצמה, אבל מבטה הבהיר שמה שאמרה לא היה תוצאה של הכעס שחשנו שתינו באותם רגעים, אלא פרי רעיון שהבשיל במשך זמן רב.
4
מאותו יום, בהדרגה, נעשיתי שותפה לתכניותיה וכמעט למן ההתחלה צירפתי את עצמי להרפתקאתה על אף שלא הוזמנתי אליה, אך בטבעיות של מי שיודעת שמה שהיא נועדה לו נמצא בהישג ידה.
סודנו המשותף הידק את קשרינו ויחסינו נעשו קרובים.
בדרכי אל הכפר הייתי ממתינה לה עד שסגרה את המאפיה, בכדי ללוות אותה אל ביתה.
מעט מעט עזבתי מאחור את חברותי הנושנות, מה שהיה עלי לעשות בזהירות שכן המידע מצא עצמו במהירות אל דודותיי, שלא היססו לחקור את טיב יחסי עם חברתי החדשה.
היעדר יחסי עם ראול שב להיות האמתלה למשהו שהן לא השתכנעו לגביו לחלוטין.
וכך תכננו את עזיבתנו.
היא היתה יתומה מאם, גרה עם אביה ואחיה ומעבר לעבודתה במאפיה, דאגה לכל עבודות הבית, בהיותה אישה ועוד רווקה, היתה זאת חובתה המובנת מאליה לעשות זאת.
משום כך בער בה עוד יותר הצורך לעזוב, מוקדם ככל האפשר.
היא היתה רק בת תשע עשרה, אבל עבדה מחוץ לבית מגיל שלוש עשרה, ובין קירותיו מאז שהיא זכרה את עצמה. על אף זאת חוסר המנוח שלה היה כה רב, שתמיד מצאה זמן בין אם היה לה או לא, להמשיך בלימודיה בשעות אחר הצהריים .
היא רצתה לעזוב כבר כאשר מלאו לה שמונה עשרה אך נאלצה להמתין, שכן ידעה בסתר ליבה שכאשר תעשה זאת יהיה זה לתמיד.
לכן היה עליה לשקול את כל אחד מצעדיה. היא רצתה לעשות זאת כשכל הקצוות יהיו קשורים, וקשורים היטב.
מה שקרה ביום שבו שתינו הצלחנו להשיג עבודה בתור קופאיות במרכז המסחרי. בזמנו זה נראה לנו כפסגת השאיפות, ואכן כך היה.
זה היה הדרכון שלנו אל החופש.
אני כשלעצמי, מלבד עבודת השדה לא עבדתי כלל. לא הופלה עלי כל אחריות מלבד זו שמשפחתי הטילה עלי, שלמען האמת היתה מעטה, אבל לא הייתי טיפשה.
מסיבה זו או אחרת אנו אנשי האדמה, נולדים עם חוש שישי המאפשר לנו לראות את הנולד.
אנשים אשר נתונים לגחמות הטבע, נוצק בם אופי יציב ובביתי היו כולם חקלאים מאז ומתמיד.
מעולם לא עבדתי בשביל אחרים וידעתי שבזה יהיה האתגר שלי. אף על פי כן הייתי צעירה ומלאת עזוז מכדי שחששות מעין אילו יעיבו על אושרי.
עמדתי לפתוח בהרפתקאה הגדולה של חיי ולא הנחתי שאיש יקלקל לי אותה.
דולצ’ה עזבה שבוע לפני.
באמצעות הנייד עקבתי אחרי כל הקורות אותה.
הבית בו עמדנו לגור היה ממוקם היטב, אם כי יהיה עלינו לקחת אוטובוס בכדי להגיע לעבודה.
הבחורות שיהיו שותפותינו העתידיות בדירה היו נחמדות ובנות גילנו פחות או יותר. זאת לפחות מה שסיפרה לי כאשר שוחחנו, ובימים ההם זה היה לעיתים קרובות למדי.
היא עזבה את עבודתה במאפייה, נטשה את אביה ואחיה, לפי הגירסה הרישמית של הכפר, והשליכה עצמה על חיי העיר ואלוהים יודע מה עוד.
על אף זאת הופתעתי ממעט הביקורת לה זכתה עזיבתה, היא היתה היא הערה כללית בפי אנשים שלושה ימים לכל היותר.
ייתכן שדבר מה החל להשתנות בהלך הדעת הנוקשה של המקום. אם כי לאמיתו של דבר מטרתן של מחשבות אילו היתה לנחמני.
לא רציתי אפילו לחשוב על כל מה שיצוץ על פני השטח כשיגיע הרגע שלי לעזוב. הסיפור של אימי ישוב להגיח ויכתים את משפחתי כולה וההערות המרושעות במהרה יכו על ראשן של דודותי למודות הסבל.
את סבא שלי העדפתי להדיר מזכרוני ברגעים אילו.
הוא היה כבר זקן מאד ובקושי יצא מן הבית.
אולי הן יוכלו להסתיר ממנו את רב מה שיקרה.
שכן ידעתי שעל אף שהיעדרותי תשפיע עליו במידת מה, לא הרבה, לאחרונה לא הרביתי לראותו והוא מעולם לא פנה אלי, אלא בכדי לבקש דבר כלשהו, מה שיכאיב לו יותר מכל יהיו ההערות שעזיבתי תביא עימה.
זאת אם אכן יבין אותן כלל.
נראה הי כי דעתו משוטטת לה במחוזות מהם אין לשוב עוד.
לעיתים טעה ביני לבין אימי ואותה בלבל עם סבתי, כמדומני.
הוא אמר דברים שלא הצלחתי להבין, לעיתים ביקש את סליחתי איני יודעת מדוע, ובכה.
ברגעים שכאלו נכמרה נפשי וחשתי אשמה על מה שעמדתי לעשות, אך היא נמשכה לא יותר משארך בכיו, שנמשך רק דקות ספורות.
את ימי האחרונים באותו בית העברתי מתבוננת בתשומת לב בכל, כאילו אני רואה את הסובב אותי לראשונה בחיי.
געגועים משונים לעבר חדרו לתוכי וגרמו לי להסס האם ההחלטה אותה לקחתי היתה נכונה.
אך ספיקותי היו כה קלים שבקושי נצמדו ללבי זמן מספיק לצבור תנופה. ההתרגשות שחשתי בשל עזיבתי גרמה לכך שהלא נודע תפס את כל החלל הפנוי.
חשתי קוצר רוח להשליך עצמי לזרועות החיים החדשים אשר ידעתי שציפו לי.
נראה שהדודות שלי לא שמו לב לדבר.
רוסאריו, כמו תמיד, הייתה עסוקה מדי בעבודת השדה ובקושי שמה לב למטלות הביתיות, שבמסגרתן מיקמה אותי.
לאלווירה תמיד היתה יותר מדי עבודה בארגון מנהל הבית, שאת הטיפול בו היא ביצעה בתשומת לב כזאת, כאילו מדובר ביצור חי.
וליטה טיפחה את צמחיה והזילה דימעה בהזדמנות הקלה ביותר, נותנת כך רסן חופשי למה שהיה ללא ספק התחביב האהוב עליה.
. כאשר התבוננתי בה, חשבתי לעתים שדמעותיה משמשות כמסך בינה לבין העולם ומגינות עליה ממנו
סבא כבר בקושי יצא מחדרו.
מן המיטה עבר להתישב ליד החלון, ממנו השקיף על החצר האחורית ועל הצמחים היפהפייים אותם טיפחה בת הזקונים שלו במסירות כה רבה ,וקיבע את מבטו בנקודה רחוקה ממנה סר רק בכדכי להיאנח ולבקש סליחה.
לאחרונה הרגשתי שנוכחותי מטרידה את מנוחתו.
נראה שהזכרתי לו את אמי, לה דמיתי יותר ויותר עם חלוף השנים, וזיכרון זה הכאיב לו מאד.
לכל הפחות רושם זה הוטבע בי כאשר ראיתי את הבעתו משתנה כאשר הביט בי.
מסיבה זו השתדלתי להיכנס לחדרו פחות ופחות.
מובן שלא נפרדתי מאיש מהם.
אחרי ארוחת הבוקר עזרתי לפנות את השולחן והשארתי על המיטה שלי, את פיסת הנייר שמעולם לא הפכה למכתב.
Spanish to English: El pozo de los recuerdos General field: Art/Literary Detailed field: Poetry & Literature
Source text - Spanish 3
Ni siquiera llevaría maleta, hubiera sido muy evidente mi intención si salía de la casa con ella. Primero porque nosotros no teníamos maletas ¿para qué las hubiésemos necesitado? Allí jamás viajo nadie, al menos desde que yo tenía uso de razón. Comprar una y meterla a escondidas hubiese sido poco menos que imposible. En una casa con tantas mujeres no se movía una pluma sin que una u otra se diera cuenta.
De manera que vacié mi hucha, regalo de mi primera comunión y sin abrir desde entonces y decidí que mi nueva vida bien se merecía que todo fuese nuevo. Mejor así. Nada que me atara a un pasado que quería dejar atrás.
También tenía mi cartilla. Desde que a los dieciséis años deje de estudiar, mis tías se empeñaron en abrirla y meter en ella el supuesto salario que nunca me entregaban. Decían que así iba juntando para mi ajuar. Aunque estaba claro que yo no tenia la más mínima intención de dedicarlo a tal fin.
No es que no quisiera casarme, todo el mundo lo hacía, bueno todo el mundo no. En mi casa nadie se había casado. Mis tías eran solteras, seguían siendo señoritas, como a ellas les gustaba referirse a sí mismas. Pero vivían mi posible y incierta futura boda, como si estuviesen preparando la que ellas no tuvieron. Tanto me lo habían metido en la cabeza que suponía que antes o después, iría al altar vestida de blanco, del brazo de mi abuelo.
- Como mandan las buenas costumbres - decían ellas. Pero yo no tenía ninguna prisa por hacerlo.
Mi pretendiente oficial era Laurito, el hijo de unos vecinos cercanos. Él estaba
coalito por mí, pero francamente a mí nunca me hizo mucho tilín. Es cierto que en ocasiones le dejaba besarme, pero no porque a mí me gustase, sino porque me era cómodo. A mi familia le parecía bien y con él me dejaban ir al cine, incluso a la discoteca.
Mi abuelo cada vez que venía a recogerme, lo pasaba al cuartito, le ponía un vino y sentándolo frente a él, le hacía jurar por su honor que velaría por mi honra como si fuese su hermana.
En eso mi abuelo parecía tonto, o a lo mejor era tan viejo que había olvidado lo que ocupa la mente de cualquier chico en la edad de Raúl. Apenas doblamos la esquina, olvidaba de la promesa que acababa de hacer, e intentaba meter la mano por debajo del jersey, sobándome el culo con cualquier excusa... pero no paso más allá porque yo no quise, porque él estaba bien, pero bien dispuesto siempre.
En más de una ocasión se puso tan pesado, que yo tenia que salir corriendo y volver sola a mi casa. Si se llega a enterar mi abuelo hubiese sido capaz de salir a por él, con la escopeta cargada.
Aun así a Raúl le gustaba ir diciendo por ahí que éramos novios. Si hubiese llegado a sospechar mis planes estoy segura de que le hubiese faltado tiempo para decirlo al abuelo y apresurar así una boda, que yo no tenia la más mínima intención de celebrar nunca.
Ahora visto desde el paso del tiempo y con todo lo que sé, puede parecer que yo era una frívola, que jugaba con los sentimientos de los de los demás. Pero no era así. Yo era una chica de pueblo, sujeta a unas normas neandertales, que consideraban a la mujer eternamente menor de edad y dependiente siempre del amparo de algún hombre. Y en
base a ellas, mi única salida era entrar en el juego para poder escapar de él.
Y digo escapar por decir algo, porque en teoría si todo hubiese salido según lo que se había previsto para mí, hubiese escapado de un yugo para someterme a otro.
No. Yo tenía claro que no era eso lo que quería. Por eso no me quedaba más opción que la que estaba preparando a espaldas de todos.
De hecho la única que estaba en el asunto era Dulce. No era exactamente una amiga de esas que son amigas de siempre. La conocía desde chica, como nos concienciamos todos en el pueblo, pero para que sé entienda, digamos que ella y yo no éramos de la misma clase social.
Aunque eso parezca un anacronismo, en los pueblos, por lo menos en el mío, eso se tiene muy en cuenta. Según los margales (medida que equivale aproximadamente a 560 metros cuadrados) que posea tu familia, perteneces a un estatus u otro y mientras la mía poseía más de setenta margales, la suya siempre había vivido de los jornales que echaban.
Había sido en los últimos años, en mis escapadas con Raúl a la discoteca, cuando comencé a tener más relación con ella. Mis amigas de siempre, las que poseían tantos o más margales que nosotros, estudiaban casi todas en la ciudad y las pocas que aún quedaban en el pueblo, se habían echado novio de verdad. De manera que apenas salían más que para las fiestas, o para las bodas a las que eran invitadas. Paseaban con ellos por las tardes y tras tomarse un refresco en la terraza de Sebastián, en la placeta de la iglesia, las acompañaban a sus casas hasta que el sábado siguiente volvían a salir a buscarlas. Solo de imaginármelo me daban ganas de vomitar.
De manera que intime con Dulce, porque era la novia de uno de los peones que trabajaba con Raúl y con el que había hecho especial amistad.
A pesar de no haber salido nunca del pueblo, salvo para ir al médico, o de compras y poco más, como todos nosotros, Dulce era diferente.
Enseguida noté que su relación con Esteban era parecida a la mil con Raúl, aunque su padre (no tenia madre) no era tan severo como mi gente, era lo suficientemente lista como para saber que estaba mucho más segura fingiendo lo que no era.
Ella dejaba que Esteban llegase mucho más allá de lo que yo dejaba a Raúl. Decía que le gustaba y que no veía porque tenía que privarse.
Yo no es que fuese una estrecha, es que sencillamente Raúl no me gustaba nada.
Aun así, sé que a mi edad la mayoría de las chicas habían dejado de ser vírgenes. Por supuesto Maria Adela no, ni Cristina, ni Asunción, que seguían acudiendo cada domingo a misa con sus madres, como si todavía estuvieran en edad de hacer comunión.
Yo afortunadamente de esa obligación me liberé enseguida. Cuando empecé el instituto, con la excusa de que tenia mucho que estudiar, deje poco a poco de acompañar a mis tías, salvo en ocasiones señaladas, como bautizos, funerales, bodas etc.... Y después porque afortunadamente ya se había hecho una costumbre que yo no fuese con ellas.
Se puede decir que seguía siendo virgen sencillamente porque no se me había presentado la oportunidad de dejar de serlo, no porque hubiese mitificado tal condición poniendo el listón por las nubes, para elegir al agraciado que acabase que con mi himen, ni mucho menos. No había llegado el momento, ya esta.
Dulce quería irse sencillamente porque quería hacer lo que le diese la gana. Y sabía que en el pueblo eso era poco menos que un imposible. Además tenía inquietudes y ambiciones. Era lista y sabia que podía dar mucho más de si fuera de ese ambiente que la había marcado casi antes de nacer.
Supongo que para la gente de la ciudad es difícil entender esto. Lo sé porque incluso a mí que lo sufrí en carnes propias, ahora mismo me resulta tan inconcebible, que si no fuera porque aún guardo en mí el olor de aquella casa, llegaría a creer que lo había soñado.
Pero en los pueblos hasta las paredes tienen ojos. Nadie puede dar un paso sin que todos lo sepan y eso conlleva estar sometida a un juicio público y sumarísimo, las veinticuatro horas del día.
Ya sé que me van a decir que igualmente se puede prescindir de las habladurías y vivir como a cada cual le plazca, pero no. Les aseguro que no. Es como si una tela de araña inmensa te tuviese atrapada y que por mucha holgura que encontrases en algunos rincones, tarde o temprano tropezarías con ella.
De manera que cualquier comentario malicioso, siempre son maliciosos, por parte de algún vecino o vecina, que para esto si hay igualdad entre ambos sexos, se convertía en una sentencia. Y cuando esta llegaba a la placeta ya era una condena en firme.
Por eso a mí, que huí del pueblo, me cuesta entender a la gente que decide abandonar la ciudad y refugiarse en la supuesta paz que estos otorgan. Claro que ellos son inmunes a la tela de araña. Llevan ya sus propios valores y los de sus nuevos vecinos les resbalan...será eso.
A lo que iba, que quien primero hablo de la posibilidad de irse como una opción real, fue ella. Me lo dijo un día en que Esteban y Raúl se habían emborrachado y hacían el indio en medio de la pista. Las dos los contemplábamos en silencio desde la barra, hasta que en un momento determinado nuestras miradas, llenas de vergüenza ajena se cruzaron.
- El día menos pensado me largo y no vuelvo - dejo caer como quien habla del tiempo. Sin embargo sus ojos evidenciaban que lo que decía no era producto del cabreo que ese momento sentíamos ambas, sino algo madurado durante mucho tiempo.
4
A partir ese día, poco a poco, me fue haciendo partícipe de sus planes y casi enseguida me apunte a su aventura sin haber sido invitada, pero con la facilidad del que accede a algo que sabe que es para él.
Nuestro secreto estrecho nuestros lazos y nuestra relación fue haciéndose más sólida. Cuando iba al pueblo esperaba a que ella cerrase la panadería, para acompañarla a su casa. Fui dejando a mis amistades de siempre, no del todo claro, porque enseguida la información llego hasta mis tías, que no dudaron investigar hasta donde llegaba esta nueva.
Mi no relación con Raúl fue una vez más la excusa para algo que a ellas no les acababa de convencer.
Así fuimos preparando nuestra marcha. Ella era huérfana de madre, vivía con su padre y su hermano y además del trabajo en la panadería, cargaba con todo el de la casa, ya que siendo la única mujer y además soltera, era su obligación hacerlo. Por eso a ella le urgía marcharse cuando antes.
Solo tenía diecinueve años, pero llevaba trabajando en la calle desde los trece y en su casa desde que tenía uso de razón. Sin embargo su inquietud era tan grande que siempre saco tiempo de donde no lo tenía para seguir estudiando por las tardes.
Había pensado marcharse apenas cumpliera los dieciocho años, pero tuvo que esperar algo más, porque tenia claro que cuando diese el paso seria para siempre. Por eso tenia que medir cada movimiento. Quería hacerlo cuando lo tuviese todo atado y bien atado.
Y eso ocurrió cuando ambas conseguimos pasar la selección para cajeras del nuevo centro comercial. En aquel momento nos parecía él no va más y de hecho lo era. Era nuestro pasaporte a la libertad.
Yo, aparte del campo, no había trabajado en nada más. Ni siquiera había tenido mayor responsabilidad que la que mi familia cargaba sobre mí, que sinceramente no era mucha, pero no era tonta.
De alguna manera la gente de campo nacemos con un sexto sentido que nos hace ser previsores. Estar en manos de los caprichos de la naturaleza supongo que imprime carácter y en mi casa todos habían sido agricultores, hasta donde nos alcanzaba la memoria.
Nunca había trabajado por cuenta ajena y sabia que ahí estaría mi reto. Aun así era demasiado feliz y demasiado joven para preocuparme por eso. Iniciaba la gran aventura de mi vida y no me la iba a arruinar nadie.
Dulce se marchó una semana antes. A través del móvil estaba al tanto de todos sus movimientos.
La casa en la que íbamos a vivir estaba bien situada, con aunque para ir al trabajo deberíamos coger un autobús. Las chicas con las que la compartíamos, las había conocido a través de Internet, eran muy agradables y más o menos de nuestra misma edad. Al menos eso me contaba siempre que hablábamos, que en aquellos días era bastante a menudo.
Había dejado la panadería, abandonando a su padre y a su hermano, versión oficial del pueblo, para tirarse de la ciudad, sabe dios a qué.
Aun así me sorprendió lo poco criticada que fue su marcha, apenas fue comentario general más allá que tres días. Eso a lo mejor quería decir que algo empezaba a cambiar en las inamovibles mentes del lugar.
Aunque en el fondo pensaba eso para consolarme. No quería ni pensar en la que se armaría cuando la que se marchase fuera yo. La historia de mi madre volvería a salpicar a toda la familia y los comentarios malintencionados no tardarían en machacar a mis sufridas tías.
De mi abuelo prefería ni acordarme en esos momentos. Ya estaba muy mayor y apenas salía de la casa. Quizás a el conseguirán ocultar le parte de ellos. Porque yo sabía que a pesar de que mi ausencia le afectaría algo, no mucho, en los últimos tiempos apenas nos veíamos y casi nunca se dirigía a mí a no ser que fuese para pedirme cualquier cosa, lo que más daño le haría sin lugar a dudas, serian los comentarios que mi marcha traería consigo. Si es que llegaba a hilarlos. Su mente parecía haber emprendido un viaje sin retorno a una extraña tierra de nadie. En ocasiones me confundía con mi madre y a su vez la mezclaba con mi abuela, supongo. Me decía cosas que yo no lograba a entender, a veces incluso me pedía perdón, no sé muy bien porque, y lloraba.
En esos momentos se me encogía el alma y me sentía muy culpable por lo que tenía pensado hacer, pero me duraba apenas lo que duraba su llanto que solía ser unos pocos minutos.
Mis últimos días en aquella casa los pase observándolo todo, como si lo viera por primera vez. Me invadió una extraña nostalgia que en algunos momentos me hizo dudar de la decisión que iba a adoptar. Pero mis dudas eran tan ligeras que ni siguiera llegaban aferrarse a mi corazón el tiempo suficiente para cobrar alguna fuerza.
La emoción por mi marcha hacia lo desconocido ocupaba todo el espacio. Estaba presurosa por arrojarme en brazos de la nueva vida que sabía que me esperaba.
Mis tías no parecieron notar nada. Rosario como siempre, estaba demasiado ocupada con las faenas del campo y apenas prestaba atención a las tareas domesticas, dentro de las que me situaba a mí.
Elvira siempre tenía demasiado trabajo organizando la intendencia de ese caserón, cuyos cuidados realizaba con tanto mimo, como si realmente se tratase de una criatura.
Y Lita cuidaba sus plantas y lloriqueaba a la menor oportunidad, dando rienda suelta a la que sin duda era su afición favorita. Observándola, llegue a pensar que utilizaba sus lágrimas como cortinas que la aislaban del resto del mundo y la protegían de él.
El abuelo ya ni salía de su habitación. De la cama se instalaba en la mesa que había al lado de su ventana, desde la que se podía contemplar el patio de atrás y las hermosas plantas que tan bien cuidaba su hija menor y fijaba su vista en algún lejano y perdido punto, del que solo se alejaba para suspirar y pedir perdón.
Últimamente había notado que mi presencia le alteraba. Creo que le recordaba a mi madre, parece ser que al crecer me iba pareciendo más a ella y ese recuerdo le resultaba muy doloroso. Al menos esa impresión me daba al ver como cambiaba su expresión al verme. Por eso procuraba no entrar en su habitación y por eso lo veía tan poco.
Evidentemente no me despedí de ninguno de ellos. Después de desayunar, ayude a recoger la mesa y deje sobre mi cama el papel, que nunca llego a ser una carta.
Translation - English
3
I wouldn't even carry a suitcase, it would have been very obvious that my intention was to leave the house with it.
To begin with, we didn't have suitcases. why would we have needed them?
No one ever travelled over there, where I come from, at least not as far as I can remember. buying one and sneaking it in would have been next to impossible. In a house with so many women, a pen did not move without one or the other noticing.
So I emptied my piggie bank, a present from my first communion and not opened since , and decided that my new life well deserved that everything in it would be new. Better this way. Nothing to tie me to a past I wanted to leave behind.
I had my bank book, too. Since I stopped studying at the age of sixteen, my aunts insisted on oppening it and depositing in it what salary they calculated I was due, and which they never gave me. They said that's how I was saving for my trousseau. Although it was clear that I did not have the slightest intention of dedicating it to that end.
Not that I didn't want to get married, everyone got married at some point, well no, not quite everyone . In my house no one had ever married.
My aunts were single, they were still ladies, as they liked to refer to themselves. But they lived my possible and uncertain wedding, as if they were preparing for the one that they never had. they have drummed it into me so often that I supposed that sooner or later, I would go to the altar dressed in white, on my grandfather's arm.
-"As good manners command," they said. But I wasn't in any hurry to do it.
My official suitor was Raulito, the son of some close neighbors of ours.
He would follow me wherever I went, but frankly, I didn´t fancy him much. It is true that sometimes I let him kiss me, but not because I liked him, rather because it was convenient. My family was fine with it and they let me go to the movies, even to the disco.
Every time he came to pick me up, My grandfather would lead the way to his little room, pour him a glass of wine, and sitting across the table from him, would make him swear on his honor that he would watch over my virtue as if I were his own sister.
In that my grandfather seemed foolish, or maybe he was so old that he had forgotten what occupies the mind of any boy in Raul's age.
We barely turned the corner, he forgot about the promise I had just made, and I tried to put his hand underneath the sweater, squizing my ass with any excuse...He didn't go any further because I didn't want him to, but he was always more than willing.
On more than one occasion it got so heavy, I had to run out and go home alone. If my grandfather found out, I wouldn´t put it past him to have gone after him with a loaded shotgun.
Still Raul liked to go around saying we were a couple .
If he had been suspicious of my plans, I'm sure it would have taken him no time at all to tell Grandpa and thus hasten a wedding, which I did not have the slightest intention of ever celebrating
Now seen from the passage of time and with all that I know, it may seem that I was frivolous, that I played with the feelings of others. but it was not so. I was a village girl, subject to Neanderthal rules, which considered the woman eternally underage and always dependent on the protection of some man. And based on them, my only way out was to get into the game so I could escape it.
And when I say escape I mean it, because in theory if everything had gone as planned for me, I would have escaped from one yoke and submit to another.
No. I was sure that wasn't what I wanted. That's why I had no choice but to make my plans behind everyone's back.
In fact, the only one on the matter was Dulce. She wasn't exactly a childhood friend of mine. I knew her since she was a girl, as we all knew each other in the village, but to call a spade a spade , let's just say that she and I were not of the same social class.
Although that seems an anachronism, in the vilages, at least in mine, that is very much taken into account.
According to the Margales (a measure that is equivalent to approximately 560 square meters) that your family possesses, you belong to one status or another and while mine possessed more than seventy of them, hers had always lived from the wages that they earned as daily labourers.
It had been in recent years, in my escapades with Raul to the disco, that I began to have more of a relationship with her. My old friends, those whose families had as many or more land than we did had studied almost all of them in the city, and the few who still remained in the village, had real boyfriends.
So they hardly went out more than for the anual fetes, or for the weddings to which they were invited. They World have a stroll with them in the afternoons, and after a soda on Sebastian's terrace, in the church square, they accompanied them to their homes until the following Saturday, when they came nocking on their doors again. Just imagining it made me want to throw up.
So I became close friends with Dulce because she was the girlfriend of one of the labourers who worked with Raul and with whom he had forged a special friendship.
Despite never having left the town, except to go to the doctor, or shopping and little else, like all of us, Dulce was different.
It didn`t take me long to notice that her relationship with Esteban was similar to mine with Raul, although her father (she had no mother) was not as severe as my people, she was smart enough to know that she was much safer pretending to be what she wasn't.
She let Esteban go far beyond what I allowed Raul. She said she liked it and saw no reason to deprive herself.
Me, It's not that I was a prud, I simply didn't like Raul that way at all.
Still, I know that most girls my age were no longer virgines.
Certainly Maria Adela was not, neither Cristina nor Asuncion, who continued to attend Mass every Sunday with their mothers, as if they were still of communion age.
Fortunately, I was freed from that obligation soon enaugh. When I started high school, with the excuse that I had a lot to study, I gradually stopped accompanying my aunts, except on certain occasions, such as baptisms, funerals, weddings etc... And later, because fortunately it had already become a custom for me not to go with them.
It can be said that I was still a virgin simply because I had not been presented with the opportunity to stop being one, not because I had mythologised this condition by setting the bar too high, to pick the chosen one who would deflower me, nothing of the kind. The time was not yet ripe, that was all.
Dulce wanted to leave simply because she wanted to do whatever she felt like doing. And she knew that in the village that was little less than impossible. Also, she was restless and ambitious. She was smart and knew she could make much more of herself outside of the environment that had marked her almost before she was born.
I guess it's hard for city people to understand this. I know because even to me who suffered it in my own flesh, it seem nowadays so inconceivable, that if I wern´t still keeping in me the smell of that house, I would come to believe that I had dreamed it all.
But in the villages even the walls have eyes.
No one can take a step without everyone knowing it, and that entails being subjected to a public and summary trial, twenty-four hours a day.
I know you're going to tell me that you can still dispense with gossip and live your life as you see fit, but no. Most assuredly not.
It is as if you were trapped in an immense spider web and no matter how slack you might find it in some corners, sooner or later you would stumble upon it.
So that any malicious comment,and they are always malicious, by some neighbor, be them man or woman for that matter there is equality between the two sexes, would become a firm sentence.
That is why I, who fled vilage life, find it difficult to understand people who decide to leave the city and take refuge in the supposed peace that it grants. Of course they're immune to the spider web. They already carry their own values and those of their new neighbors couldn´t matter less... that would be it.
So as I was saying, the one who first talked about the possibility of leaving as a real option, was her. She told me one day when Esteban and Raul had gotten drunk and were fooling around in the middle of the road.
We both contemplated them silently from the bar, until at a certain moment our eyes, full of shame, crossed.
- Any day now I´m going to leave and I never come back - she
muttered, as if she was talking about the weather. However, her eyes showed that what she said was not as a result of the anger that we both felt at the time, but something that had matured for a long time.
4
From that day, little by little, she was sharing her plans with me and almost immediately I joined in her adventure without having been invited, but with the ease of someone who accesses something they know they were meant for.
Our shared secret had tightened our ties, and our relationship were becoming more solid. When I went to the village I would wait for her to close the bakery, so I could accompany her home. I negleted my usual friends, not altogether, ofcourse, because in no time at all the information reached my aunts, who did not hesitate to investigate how far this new one was going.
My non-relationship with Raul was once again the excuse for something they hadn't entierly been convinced of.
That's how we prepared our daparture. She was motherless. she lived with her father and brother and apart from her work in the bakery, she did all the house´s chores; Being the only woman and also unmarried, it was her obligation to do so. That's why it was so urgent for her to leave as soon as posible.
She was only nineteen but had been working outside the house since she was thirteen and at home for as far back as she could remember. However, her restlessness was so great that she always found time, weather she had it or not to continue studying in the afternoons.
She had planned to leave as soon as she was eighteen, but she had to wait for a bit longer, because she had it clear that when she did take that step it would be forever. That's why she had to measure every move.
She wanted to do it when she had it all tied up and tied up tight.
And that moment came the day we both got to pass the cashier selection at the new mall. At the time it seemed to us like the greatest thing ever and as a matter of fact it was. It was our passport to freedom.
I, apart from field work, had not worked in anything else. I hadn't even had more responsibility apart from that which my family charged me with, which honestly wasn't much, but I wasn't stupid.
Somehow country people are born with a sixth sense that makes us be foresightful. Being in the hands of the whims of nature, I suppose, imprints character and in my house they had all been farmers, as far as we could remember. I had never worked on behalf of others and I knew that there would be my challenge. Still, was too happy and too young to worry about it. I was starting the great adventure of my life and nobody was going to ruin it for me.
Dulce left a week early. Through the mobile I was aware of all her movements.
The house in which we were going to live was well located, although to go to work we would have to take a bus. The girls we shared it with, she had met through the internet, they were very nice and about our same age. At least that's what she always told me when we talked, which in those days was quite often .
She had left the bakery, abandoned her father and her brother, the official version of the town, to take the city by storm ,and God knows what .
Even so, I was surprised how little criticized her departure was, it was hardly a general comment beyond three days. Maybe that meant
that something was beginning to change in the immovable minds of the place.
Though deep down I was thinking that to comfort myself. I didn't even want to think about the stink that woul´d rise when I left. My mother's story would splatter the whole family again and the malicious comments would soon crush my grieving aunts.
My grandfather I preferred not to remember at those moments. He was already very old and barely left the house. Maybe they'll manage to keep some of them from him. Because I knew that even though my absence would afect him somewhat, not much, in recent times we barely saw each other and he almost never addressed me unless it was to ask me for anything, what would hurt him most would undoubtedly be the comments that my departure would bring with it. That is if he could make sense of them. His mind seemed to have embarked on a journey without return to a strange no man's land. Sometimes he got me confused with my mother and at the same time mixed her up with my grandmother, I guess.
He told me things that I couldn't understand, sometimes he even asked me for forgiveness, I don't know very well why, and he cried.
In those moments my soul would shrink and I´d feel very guilty for what I had planned to do, but it hardly lasted as long as his crying that used to last a few minutes.
My last days in that house I spent watching everything, as if I saw it for the first time. I was invaded by a strange nostalgia that at times made me doubt the decision I was going to make. But my doubts were so light that they didn't even get hold of my heart long enough to gather any strength. The thrill of my departure into the unknown took up all the space. I was in a hurry to throw myself into the arms of the new life that I knew awaited me.
My aunts didn't seem to notice anything. Rosario, as always, was too busy with tasks in the field and barely paid attention to the domestic chores, among which she placed me.
Elvira always had too much work organizing the quartermaster of that house, whose care she carried out with so much tenderness, as if it were really a living creature.
And Lita nurtured her plants and teared at the slightest opportunity, giving free rein to what was undoubtedly her favorite hobby. Observing her, I came to think that she used her tears as curtains that isolated her from the rest of the world and protected her from it.
Grandpa wouldn't even leave his room anymore. From the bed he would move to sit still at the table next to his window, from which he could contemplate the backyard and the beautiful plants that his youngest daughter took such good caf them.re of and fixed his sight on some distant and lost point, from which he only turned away to sigh and ask for forgiveness.
Lately I had noticed that my presence altered him. I think it reminded him of my mother, it seems that as I grew older I looked more like her and that memory was very painful. At least I got that impression when I saw how his expression changed whenever he saw me. That's why I tried not to enter his room and that's why I saw so little of him.
Obviously, I didn´t say goodbye to any of them. After breakfast,I helped clear the table and left on my bed the paper which never got to be a letter.
More
Less
New! Video portfolio:
More
Less
Experience
Years of experience: 2. Registered at ProZ.com: Oct 2018.
Stay up to date on what is happening in the language industry
Bio
My native country is Israel I have been living in Spain for many years, and am fluent in Spanish and English, and of course my native language Hebrew. Am interested in translation work, have participated in some voluntary projects in the past, have translated TED talks, a novel written by a local, published writer, and a few video clips.